sábado, 19 de septiembre de 2015

LA EDAD DE LA INOCENCIA. (El arduo trabajo desde la salida del nido hasta la edad adulta.

Por Ana Matesanz de Guarouba Consultores de flora y fauna
(Adaptación de las ponencias de igual título presentadas en las "Jornadas internacionales sobre cuidados y conservación de loros" y el curso "Become a parrot")

No es infrecuente que la adquisición de un loro mascota pase de ser la realización de un sueño a un cúmulo de desencuentros y frustraciones. ¿Por qué sucede esto? Muchos propietarios  iniciaron el proceso buscando información y creían haber seguido bien los pasos, buscando un ave papillera en un criadero afamado, pero  las cosas no son tan sencillas. El objetivo de este trabajo es ayudar a comprender mucho mejor que la infancia de un papagayo es larga, compleja y que está necesitada de guías, que la mayoría de particulares desconocen cuando deciden compartir su vida con una mascota de este tipo.




Para comenzar, muchos propietarios e incluso criadores, ignoran que el camino entre los especímenes de la primera imagen y el de la segunda se extiende mucho más allá de los pocos meses que el ave pasa en el criadero y que ese proceso comprende una serie de etapas intermedias que serán cruciales en la futura vida del ave, en sus capacidades físicas y psíquicas, en sus  habilidades sociales.
Los biólogos y especialistas en general distinguen al menos cinco etapas en la vida de un psitácido. De ellas, por lo menos tres son anteriores a la plena madurez:
1-NEONATO.
Se llama así al animal desde el momento del nacimiento y durante las primeras fases de su desarrollo posterior. En el caso de un loro, comprendería desde el momento de la eclosión hasta que comienza a salir del nido.

   
Casi cualquiera entendería  por neonato el ejemplar en primer plano, incluso el de la derecha, pero la inmensa mayoría de particulares no sabría que también el ejemplar  en segundo término lo es, pese a parecer casi tan grande como sus padres. ¿Qué diferencia a un loro neonato de otro que no lo es? ¿Qué caracteriza a esta etapa?
   Algunas cuestiones son difíciles de entender para un particular, pero hay evidencias que paso a enumerar y que van produciéndose mientras el ave está dentro del nido:
·       El meato auditivo y los ojos se van abriendo
·       Se están osificando y endureciendo los huesos largos, muchas articulaciones y suturas óseas están por consolidar.
·       Se va sustituyendo el plumón neonatal por otro nuevo que en muchas especies tiene incluso diferente color.
·       Se están formando, emergiendo y desarrollando las plumas cobertoras, remeras y caudales.
·       La pigmentación del iris es oscura, la visión es escasa y adaptada a la penumbra del nido.
·       Los parámetros resultantes en hematología, bioquímica, etc. son particulares y distintos de los de un adulto y están en evolución.
·       El pico se está keratinizando y adquiriendo dureza, tiene elementos específicos para su uso en esta etapa que irán desapareciendo con la maduración (Voceras y/o apéndices blandos y flexibles en los laterales para facilitar el cebado, diente de huevo, etc.)
·       Los huesos craneales están aún por soldar y consolidar.
·       El proventrículo está dilatado y adaptado a una alimentación aportada por los padres
·       Los órganos sexuales apenas han iniciado su desarrollo
·       La cordinación y psicomotricidad apenas permiten el desplazamiento autónomo
·       Incapacidad para mantener las constantes vitales de humedad y temperatura corporal fuera del cobijo paterno.
   Desde el punto de vista del desarrollo físico,psicológico y social , estos ejemplares son absolutamente dependientes de terceros para su supervivencia. En el medio natural estos loros permanecerían continuamente en el interior del nido, a resguardo de la luz, de los ruidos, de los cambios de temperatura, etc. y dependiendo de que un adulto acuda a  cebarlos. Durante un plazo que varía de unas especies a otras, pero que no es inferior a un mes en las especies pequeñas ni a tres en las medianas y grandes, esos loros dedican su tiempo a comer, dormir, a percibir el movimiento de sus hermanos o sus padres en el nido más por el tacto que por la vista y los sonidos que llegan amortiguados por las propias paredes, a recibir apenas un rayo indirecto de luz que se filtra por el hueco de la entrada, aprenden los primeros sonidos familiares y los primeros modos de contacto.
    Solo cuando los músculos de sus patas, de su tronco, de su cabeza y sus alas están listos para la tarea de trepar, guardar el equilibrio y sostenerse, comienzan a asomarse allá arriba, a la entrada de la cavidad que los aloja, y van adaptando su vista a la luz y su postura corporal para percharse y aletear ejercitando las alas. Aún pasarán algunos días antes de que se decidan a saltar. En ese momento inician la etapa de volantones.
2-VOLANTÓN
   Suelen llamarse así los loros que empiezan a dar sus primeros vuelos. Como los de todo animal que está aprendiendo, éstos son torpes, erráticos, el aterrizaje es brusco, impreciso. Al movimiento innato de mover los miembros superiores para guardar el equilibrio,  hay que añadir el aprendizaje de la técnica: Arquear la espalda a tiempo para orientar la cola y frenar, colocar las patas, modificar la velocidad… Todo eso que un loro adulto sabe hacer como si hubiera nacido con ello, es, en un enorme porcentaje, conducta aprendida.
   Pero además de ese aprender a volar, un volantón sigue experimentando una evolución física interna que ya es imposible percibir con facilidad a los ojos de los particulares:
·       Parte del plumaje está aún en desarrollo. Algunas de las plumas largas no están absolutamente formadas, queda riego sanguíneo en ellas, son más delicadas y menos aptas, aunque ya van estando protegidas por el resto, un golpe brusco, un enganchón, las hace sangrar profusamente. Su tamaño final es menor que en adultos y las proporciones entre unas y otras difiere del de los adultos condicionando la forma de las alas y la eficiencia en el vuelo
·       Las suturas óseas continúan desarrollándose y por tanto la demanda de calcio es alta.
·       La musculatura está en crecimiento, hay demandas específicas de proteína.
·       El proventrículo está retrayéndose para adaptarse a la nueva alimentación. El proceso digestivo todavía difiere en tiempo y efectividad del de los adultos.
·       Los datos sanguíneos continúan siendo diferentes del patrón adulto, pero también del patrón que seguían en la etapa anterior. Recuentos como el número de hematíes(RBC) y leucocitos(WBC), el factor hematocrito(HCT), los niveles de algunos minerales y la bioquímica continúan en evolución.
·       El iris va perdiendo la pigmentación oscura y la visión se va adaptando a las nuevas condiciones de luz diurna.
   Todo este proceso está siendo regulado por las hormonas. En especial la glándula hipófisis, responsable prioritario del crecimiento, está empezando a enviar órdenes nuevas al organismo del loro, entre otras cosas,  por el hecho de la mayor exposición a la luz solar. El trabajo comienza a cambiar, pero no se detiene.
   En cuanto al desarrollo mental y social, estos pollos son aún dependientes de los adultos para su sustento, aunque empiezan a probar alimentos más sólidos, a probarlos directamente de las plantas, supervisados por sus padres o a recibirlos  del pico de sus padres. Continúan volviendo al nido para dormir o durmiendo en las ramas inmediatamente cercanas a éste. Siguen dentro del núcleo familiar y dependiendo emotivamente de ello.
La inmensa mayoría de los loros que se venden hoy día en los comercios de España y en muchos países del primer y segundo mundo se encuentran en esta etapa de su desarrollo
3-JUVENIL
   Cuando un pollo comienza a comer por sí mismo y a desenvolverse bien en vuelo, inicia su proceso de relación con el entorno. Está en la etapa juvenil. En muchas especies existe incluso un plumaje diferencial que permite saber que ese loro, con maneras de adulto, con tamaño de adulto no es, sin embargo, un adulto. Incluso para aquellas especies en que esa apariencia externa no es evidente, siguen ocurriendo cambios internos importantes:
·       Van completándose las suturas craneales (calcificación)
·       Se inicia una primera renovación completa del plumaje de vuelo (demanda de minerales, proteínas y lípidos entre otros)
·       El proventrículo y en general todo el aparato digestivo terminan su evolución. El proceso digestivo se equipara al de los adultos.
·       Continúa el desarrollo de los órganos reproductores y van adquiriéndose los caracteres secundarios en las especies que presentan dimorfismo sexual (Coloración del pico, de la pluma, del céreo, del iris…)
Es hacia la mitad de esta etapa cuando el loro empieza a relacionarse con otros juveniles formando parvadas diferentes de las de su familia de origen, aunque en la mayoría de las especies, los parentales acompañan de cerca al grupo y hasta se integran ocasionalmente en él. Comienzan a dormir aparte de la familia, pero no completamente al margen de ella.
   El periodo juvenil comprende muchos meses, incluso más de un año en las especies más longevas. Un guacamayo o una cacatúa de dos años se encuentran aún en esta etapa a todos los efectos.
   En las especies que deben compartir hábitat con otros loros, como es el caso de las cacatúas, de las especies americanas que acuden a las colpas en busca de arcillas, etc. es éste el periodo en que inician su sociabilización interespecífica, es decir, aprender el modo de relacionarse y compartir espacios con animales de especies diferentes de la suya.
    Todavía en esta etapa continúan los procesos de desarrollo, no aparentes a simple vista. Los órganos sexuales ya están en funcionamiento, aunque suelen tener una actividad irregular. Algunos ejemplares precoces pueden comenzar conductas de emparejamiento, pero tienen más de aprendizaje que de verdaderos cortejos. Algunas hembras, sometidas a condiciones de alojamiento o alimentación forzados, pueden incluso poner algún huevo, del mismo modo que alguna adolescente humana muy precoz puede menstruar y hasta tener un hijo a muy corta edad, pero es una excepción que solo indica una falta de sincronía entre los diversos procesos de su maduración psicológica y física.


 Pocos particulares sabrían ver cuales de estos tres ejemplares se encuentran aún en este proceso y que, por tanto, aún necesitarán una tutela para aprender a comportarse.






   Como quizá sea complicado imaginarlo, voy a permitirme mostrar unas ilustraciones que muestran  hasta qué punto es distinto un jovencito que vuela y come solo de un ejemplar adulto en plenitud:






















El primer dibujo muestra el cráneo de un volantón a punto de iniciar su etapa juvenil, con huesos diferenciados y apenas soldados entre sí. Tras un proceso de calcificación, que en algunas especies dura más de un año, y que se indican mediante las líneas y rallado en rojo del dibujo siguiente, el cráneo llega a tener un aspecto completamente diferente del inicial. Es un proceso tan evidente como marcan las señales de la imagen que sigue:

Es fácil entender la fragilidad, la fácil deformación, los riesgos que una restricción de cuidado, de alimento suficientemente nutritivo y de acomodo oportuno, pueden suponer en una parte tan vital como la cabeza. Esto es así por algo, tiene que serlo, porque tanto el cerebro que se aloja en el interior como los propios huesos tienen que seguir creciendo;  pero de modo análogo cabría mostrar huesos largos como el fémur, el húmero, etc. Si el músculo y otras estructuras ligadas a ellos tienen que crecer, si el propio hueso debe crecer, no puede tratarse de una estructura rígida desde el primer instante, sino adaptable y en evolución.
Cada año, vemos en nuestras consultas ejemplares con huesos demasido curvados, con signos de descalcificación y retardos en el desarrollo derivados de actuaciones tan comunes como forzar el destete mediante la restricción de las tomas de papilla. Tampoco falta el caso contrario, especímenes a los que la adición de suplementos inadecuados, el exceso de aporte de vitaminas E y D en el menú o incluso a los propios padres han provocado sobrecalcidficación en tejidos y suturas dando con ellos problemas de capacidad craneal, de emplume, u otros múltiples daños. Los casos extremos que todo profano puede apreciar son solo la punta de un enorme iceberg que incluye picos en tijera, cubiertas de pico estriadas por déficit proteico, huesos con disposición anormal…
Arriba:Húmero curvado, malposición de dedos y  de espalda en un pollo de Ara de cuatro meses. Abajo, prácticamente todas las secuelas de una mala gestión  en el cebado manual de un guacamayo
Solo al final del desarrollo, cuando la osificación está completa, cuando las gónadas están plenamente desarrolladas y el plumaje consolidado, es cuando el papagayo inicia su vida adulta, plenamente independiente de sus padres y comienza la búsqueda de una pareja. Eso no equivale a aislamiento, sino a un cambio en el modo de relacionarse con el grupo.

    Todo el proceso aquí descrito, le lleva al loro un tiempo largo, muy superior al que la mayoría imagina. Un tiempo en el que el ave está no solo creciendo y desarrollándose físicamente, sino también en el aspecto psíquico y en su conducta social, en todos esos aspectos conductuales no inmediatos al nacimiento, ya sea por ir ligados al desarrollo fisiológico o por ser conducta aprendida.
    Tanto los particulares como bastantes profesionales de este mundillo desconocen o eligen ignorar que esto es así.
  La mayoría de los loros que se venden hoy en España y Europa son adquiridos en las etapa de neonatos o de volantones por personas con poca o nula preparación al efecto y muchos de ellos, nunca reciben el cuidado psicológico y las atenciones oportunas para completar sin secuelas su  desarrollo.
No bastan el cariño y la buena intención para completar este proceso. Podemos elegir no creerlo, pero esta es solo una pequeña muestra de la factura que pagamos por nuestro exceso de prepotencia humana:
En las varias décadas de ejercicio que llevamos los profesionales de Guarouba, tanto en grandes colecciones como con particulares, hemos tenido ocasión de tratar con infinidad de ejemplares nacidos en cautividad o capturados en edades muy tempranas. La inmensa mayoría de problemas conductuales y de adaptación observados en estos ejemplares derivaban del manejo ofrecido antes de su edad adulta.
   Los casos llamativos, los alarmantes para casi cualquier profano, son los caracterizados en la imagen superior. Pero no son los únicos; a menudo, cuando un verdadero especialista en conducta acude a revisar un ejemplar “problemático” por cuestiones como las anteriores, se encuentra frente a frente con otros detalles que le han pasado inadvertidos al cuidador habitual y que denotan el origen de esos males con la misma claridad que una exhaustiva entrevista. Enumeraré y ejemplificaré solo una parte:
CARENCIAS MOTORAS
  • ·       No juegan
  • ·       No se columpian o no se suspenden con seguridad
  • ·       No trepan
  • ·       No usan las patas para asir, guardando correctamente el equilibrio con solo una de ellas (Unas especies tienen mayor disposición que otras, es cierto, pero no nos referimos a eso)
  • ·       No coordinan el vuelo
  • ·       Perchan y se posan anormalmente
  • ·       No se yerguen por completo
  • ·       Adoptan posturas de reposo anormales para su edad
  • ·       Se desequilibran cuando dormitan o cuando se sobreexcitan
  • ·       Evitan dormir en perchas altas o duermen directamente en el suelo
  • ·       Apoyan anormalmente las patas, les falta fuerza en ellas

CARENCIAS FÍSICAS Y FISIOLÓGICAS
  • ·       Falta de agudeza visual. Mala visión
  • ·       Problemas óseos (Huesos largos deformados o mal calcificados, malposiciones, falta de falanges o dedos completos, malposición de dedos…)
  • ·       Desproporción y falta de armonía corporal (Cabezas anormalmente grandes, patas cortas, cuerpos pequeños…)
  • ·       Pico estriado y acanalado por déficit proteico en su desarrollo o anormalmente quebradizo por mala calcificación
  • ·       Picos desviados de su eje (En tijera) por falta de dureza y excesiva  presión lateral durante el cebado
  • ·       Hipocalcemia general
  • ·       Tamaño anormalmente pequeño o bajo peso
  • ·       Hipercolesterolemia, pancreatitis, lipidosis hepática
  • ·       Plumaje raído, partido o anormalmente ajado, bandas de estrés, mala pigmentación.

CONDUCTAS ANORMALES (Estereotipias, automutilación, compulsiones, neurosis, etc.)
  • ·       Morderse o tocarse constantemente las patas o las uñas
  • ·       Frotarse contra los barrotes hasta el punto de dañar el pico o el plumaje
  • ·       Bailoteos continuos o amagos de salto en el posadero
  • ·       Posturas anormales o impropias de su edad cronológica
  • ·       Escarbar constantemente en rincones de la jaula, mover constantemente una pata simulando escarbar mientras se agarran a los barrotes
  • ·       Comedores incontrolados
  • ·       Herirse las patas o levantarse las escamas y la piel de éstas
  • ·       Constante posición de solicitud o continuados amagos de regurgitar
  • ·       Sobreacicalamiento del plumaje, picaje
  • ·       Repetición de un sonido infantil de demanda
  • ·       Cortejo a personas o animales de especies diferentes de la suya
  • ·       Rechazo de otros congéneres
  • ·        Terrores nocturnos
  • ·       Engullir objetos y trozos de juguetes
  • ·       Hiperactividad/Pasividad extrema
  • ·       Dificultad de adaptación a los cambios. Neofobia extrema.
  • ·       Gritos continuados
  • ·       Otros

INTERACCIONES SOCIALES ANÓMALAS
  • ·       Hiperdependencia
  • ·       Hiperagresividad
  • ·       Hiper-territorialidad
  • ·       Propensión a pellizcos repetidos
  • ·       Dificultad de concentración en una tarea
  • ·       Excitabilidad/Pasividad
  • ·       Incapacidad de aceptar a otros congéneres, de emparejarse, de atender a los polluelos
  • ·       Estancamiento, retraso o incapacidad para las habilidades sociales. Conducta “autista”.
  • Impronta con especies distintas de la suya.Carencia de identidad específica.


      



Si comparamos las imágenes de este espécimen criado y alojado en cautividad con dos de ejemplares de edad equivalente, esta vez en plena naturaleza, resultan evidentes tanto el desarrollo de su equilibrio como la calidad del plumaje.

Un pollo de loro, a diferencia de lo que muchos particulares creen, no puede permitirse salir del nido con el plumaje precario. Eso supondría su muerte. Por el contrario, las plumas deben tener una excelente estructura, disponerle condiciones de aislamiento, de flotabilidad, de protección máximas, que nada tienen que ver con lo que a menudo encontramos en el mercado con el pretexto de que son jóvenes.   Un pollito puede mancharse más, acicalarse peor, pero esos daños permanentes, esos defectos, denotan mal cuidado, mala nutrición, problemas de salud, destetes forzados o cualquier otro indicio de que la crianza no se desarrolló como debería. Lo tremendamente lamentable de esto es que con frecuencia se podría haber evitado.
   Es verdad que la crianza artificial implica alteraciones en el proceso de evolución de los pollos de loro, sea cual sea la técnica usada, pero también es verdad que si hacemos una pequeña comparativa de los ítems más simples, saltan a la vista numerosos detalles que no sería  imprescindible alterar.

Si aún parece difícil de entender a que me estoy refiriendo, volvamos a las imágenes:



 La profundidad de la cavidad, el grosor de las paredes, la altura hasta el suelo, sugieren aislamiento, tranquilidad. Parece claro que esos polluelos no “saldrán por accidente” al exterior antes de tener fuerza en sus patas y capacidad para trepar hasta el borde.
Podemos ver también las imágenes que suben desde otras entidades que trabajan en campo estudiando a estas aves, como por ejemplo, los del Projeto Arara azul que corresponden a este enlace: https://www.facebook.com/ProjetoAraraAzul/photos/pb.574213109296275.-2207520000.1442679966./983130178404564/?type=3&theater

Poco o nada que ver con el habitual acomodo de nuestros papilleros en el hogar, sometidos no exclusivamente a  los quizá inevitables  cambios desde el nido al contenedor o en el modo de cebado, sino a muchos otros factores no solo no necesarios, sino muy inoportunos.

Buscamos la funcionalidad, la comodidad de manejo, pero lo llevamos a extremos no imprescindibles. Cosas tan sencillas como elegir un contenedor más alto, un fondo más mullido, un lugar menos expuesto,  una iluminación menos intensa o de otro color, etc. están o deben estar al alcance de cualquiera que planea cebar un bebé loro en lugar de sus padres. Algunos criadores más concienciados lo hacen y las diferencias de resultado son palpables desde las primeras semanas, tanto en la conducta como en el desarrollo.
   Es por ejemplo frecuente que se nos relate en numerosos artículos  como los pollos dejados a sus padres tienen curvas de crecimiento distintas y a menudo alcanzan mayor tamaño. ¿No cabe pensar que la acción de la luz sobre la glándula pituitaria tenga algo que ver, como lo tiene en otros seres vivos? ¿No cabe pensar que los periodos de sueño y los ritmos biológicos alterados puedan ser responsables de estas diferencias como sabemos que lo son para otros seres vivos incluídos los humanos? Yo entiendo que si.

   Por cuanto se refiere al desarrollo psiquico, no podemos ignorar tampoco serias diferencias:
   El aprendizaje de relaciones sociales, de reglas de grupo, de modos de interacción con los congeneres se produce desde el momento de asomar al exterior del nido, pero durante periodos tan largos como la propia fase de vida en el nido y a menudo dos y tres veces superiores a esta, los jóvenes loros van a disponer de la tutela de sus mayores.
   El color, los movimientos, las vocalizaciones indican al resto del grupo que es un aprendiz, pero eso no excluye que se le indiquen límites y modos de conducta.

Un loro joven aprende de sus congéneres que no debe usar el pico con violencia, que no debe quitarle comida a un compañero, que tiene que aguardar turno para ciertas acciones, que debe estar atento a los gestos y al lenguaje corporal de sus compañeros y pedir permiso para acercarse o tocar. Aprende a definir su espacio propio y a respetar el espacio común… Todas esas cuestiones que de forma IMPRESCINDIBLE alguien debería guiar también cuando el loro es separado de sus congéneres y debe madurar en un entorno humano.
   Por el contrario, innumerables loros jóvenes son dejados a su suerte desde el punto de vista de la sociabilización, se confunde dicho proceso con hacer dócil y manso al polluelo, sin atender a las restantes habilidades sociales.
Durante muchos años, he tenido ocasión tanto de criar a papilla ejemplares de muy distintas especies, entre ellas loros,  con medios no siempre óptimos, como de tratar problemas conductuales de otros ejemplares, singularmente en los últimos quince años, en que mi dedicación se ha orientado más al área de los loros mascota. Invariblemente he tenido mejores resultados a largo plazo cuando he procurado imitar a la naturaleza y guiarme por sus pautas. Incluso cuando hablamos de especímenes manipulados, de ejemplares que desarrollaran la práctica totalidad de sus vidas en un entorno artificial, los efectos de haber ignorado o eludido los condicionantes naturales han conducido a algún problema, así pues, mi conclusión y la que intento transmitir es clarísima: No podemos mejorar a la Madre Naturaleza, pero si inspirarnos en ella para acercarnos a nuestros objetivos. Doy fe de que se puede y de que vale la pena.

   “Dedicado a todos los papagayos con o sin nombre propio que me enseñaron lo que hoy sé y me muestran a diario cuanto me falta por saber”.

Las imágenes de aves en libertad son propiedad de Jose Antonio Díaz Luque a quien agradezco su cesión para este trabajo.
   Está prohibida la reproducción total o parcial  sin la expresa autorización del equipo de Guarouba consultores.

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