Por
Ana Matesanz de Guarouba Consultores de flora y fauna.
(Adaptación de las ponencias de igual título presentadas en las "Jornadas internacionales sobre cuidados y conservación de loros" y el curso "Become a parrot")
No es infrecuente que la adquisición de un loro mascota
pase de ser la realización de un sueño a un cúmulo de desencuentros y
frustraciones. ¿Por qué sucede esto? Muchos propietarios iniciaron el proceso buscando información y
creían haber seguido bien los pasos, buscando un ave papillera en un criadero
afamado, pero las cosas no son tan
sencillas. El objetivo de este trabajo es ayudar a comprender mucho mejor que
la infancia de un papagayo es larga, compleja y que está necesitada de guías, que
la mayoría de particulares desconocen cuando deciden compartir su vida con una
mascota de este tipo.
Para comenzar, muchos propietarios e incluso criadores,
ignoran que el camino entre los especímenes de la primera imagen y el de la
segunda se extiende mucho más allá de los pocos meses que el ave pasa en el
criadero y que ese proceso comprende una serie de etapas intermedias que serán
cruciales en la futura vida del ave, en sus capacidades físicas y psíquicas, en
sus habilidades sociales.
Los biólogos y especialistas en general distinguen al
menos cinco etapas en la vida de un psitácido. De ellas, por lo menos tres son
anteriores a la plena madurez:
1-NEONATO.
Se llama así al animal desde el momento del nacimiento y
durante las primeras fases de su desarrollo posterior. En el caso de un loro,
comprendería desde el momento de la eclosión hasta que comienza a salir del
nido.
Casi cualquiera entendería por neonato el ejemplar en primer plano,
incluso el de la derecha, pero la inmensa mayoría de particulares no sabría que
también el ejemplar en segundo término lo es, pese a parecer casi tan
grande como sus padres. ¿Qué diferencia a un loro neonato de otro que no lo es?
¿Qué caracteriza a esta etapa?
Algunas
cuestiones son difíciles de entender para un particular, pero hay evidencias
que paso a enumerar y que van produciéndose mientras el ave está dentro del
nido:
· El
meato auditivo y los ojos se van abriendo
· Se
están osificando y endureciendo los huesos largos, muchas articulaciones y
suturas óseas están por consolidar.
· Se
va sustituyendo el plumón neonatal por otro nuevo que en muchas especies tiene
incluso diferente color.
· Se
están formando, emergiendo y desarrollando las plumas cobertoras, remeras y
caudales.
· La
pigmentación del iris es oscura, la visión es escasa y adaptada a la penumbra
del nido.
· Los
parámetros resultantes en hematología, bioquímica, etc. son particulares y
distintos de los de un adulto y están en evolución.
· El
pico se está keratinizando y adquiriendo dureza, tiene elementos específicos
para su uso en esta etapa que irán desapareciendo con la maduración (Voceras
y/o apéndices blandos y flexibles en los laterales para facilitar el cebado,
diente de huevo, etc.)
· Los
huesos craneales están aún por soldar y consolidar.
· El
proventrículo está dilatado y adaptado a una alimentación aportada por los
padres
· Los
órganos sexuales apenas han iniciado su desarrollo
· La
cordinación y psicomotricidad apenas permiten el desplazamiento autónomo
· Incapacidad
para mantener las constantes vitales de humedad y temperatura corporal fuera
del cobijo paterno.
Desde el punto de vista del desarrollo físico,psicológico
y social , estos ejemplares son absolutamente dependientes de terceros para su
supervivencia. En el medio natural estos loros permanecerían
continuamente en el interior del nido, a resguardo de la luz, de los ruidos, de
los cambios de temperatura, etc. y dependiendo de que un adulto acuda a cebarlos. Durante un plazo que varía de unas
especies a otras, pero que no es inferior a un mes en las especies pequeñas ni
a tres en las medianas y grandes, esos loros dedican su tiempo a comer, dormir,
a percibir el movimiento de sus hermanos o sus padres en el nido más por el
tacto que por la vista y los sonidos que llegan amortiguados por las propias
paredes, a recibir apenas un rayo indirecto de luz que se filtra por el hueco
de la entrada, aprenden los primeros sonidos familiares y los primeros modos de
contacto.
Solo cuando los músculos de sus patas, de
su tronco, de su cabeza y sus alas están listos para la tarea de trepar,
guardar el equilibrio y sostenerse, comienzan a asomarse allá arriba, a la
entrada de la cavidad que los aloja, y van adaptando su vista a la luz y su
postura corporal para percharse y aletear ejercitando las alas. Aún pasarán
algunos días antes de que se decidan a saltar. En ese momento inician la etapa
de volantones.
2-VOLANTÓN
Suelen llamarse así los loros que empiezan a
dar sus primeros vuelos. Como los de todo animal que está aprendiendo, éstos
son torpes, erráticos, el aterrizaje es brusco, impreciso. Al movimiento innato
de mover los miembros superiores para guardar el equilibrio, hay que añadir el aprendizaje de la técnica:
Arquear la espalda a tiempo para orientar la cola y frenar, colocar las patas,
modificar la velocidad… Todo eso que un loro adulto sabe hacer como si hubiera
nacido con ello, es, en un enorme porcentaje, conducta aprendida.
Pero además de ese aprender a volar, un
volantón sigue experimentando una evolución física interna que ya es imposible
percibir con facilidad a los ojos de los particulares:
· Parte
del plumaje está aún en desarrollo. Algunas de las plumas largas no están
absolutamente formadas, queda riego sanguíneo en ellas, son más delicadas y
menos aptas, aunque ya van estando protegidas por el resto, un golpe brusco, un
enganchón, las hace sangrar profusamente. Su tamaño final es menor que en
adultos y las proporciones entre unas y otras difiere del de los adultos
condicionando la forma de las alas y la eficiencia en el vuelo
· Las
suturas óseas continúan desarrollándose y por tanto la demanda de calcio es
alta.
· La
musculatura está en crecimiento, hay demandas específicas de proteína.
· El
proventrículo está retrayéndose para adaptarse a la nueva alimentación. El
proceso digestivo todavía difiere en tiempo y efectividad del de los adultos.
· Los
datos sanguíneos continúan siendo diferentes del patrón adulto, pero también
del patrón que seguían en la etapa anterior. Recuentos como el número de
hematíes(RBC) y leucocitos(WBC), el factor hematocrito(HCT), los niveles de
algunos minerales y la bioquímica continúan en evolución.
· El
iris va perdiendo la pigmentación oscura y la visión se va adaptando a las
nuevas condiciones de luz diurna.
Todo este proceso está siendo regulado por
las hormonas. En especial la glándula hipófisis, responsable prioritario del
crecimiento, está empezando a enviar órdenes nuevas al organismo del loro,
entre otras cosas, por el hecho de la
mayor exposición a la luz solar. El trabajo comienza a cambiar, pero no se
detiene.
En cuanto al desarrollo mental y social,
estos pollos son aún dependientes de los adultos para su sustento, aunque
empiezan a probar alimentos más sólidos, a probarlos directamente de las plantas,
supervisados por sus padres o a recibirlos
del pico de sus padres. Continúan volviendo al nido para dormir o
durmiendo en las ramas inmediatamente cercanas a éste. Siguen dentro del núcleo
familiar y dependiendo emotivamente de ello.
La inmensa mayoría de los loros que se venden hoy día
en los comercios de España y en muchos países del primer y segundo mundo se
encuentran en esta etapa de su desarrollo
3-JUVENIL
Cuando un pollo
comienza a comer por sí mismo y a desenvolverse bien en vuelo, inicia su
proceso de relación con el entorno. Está en la etapa juvenil. En muchas
especies existe incluso un plumaje diferencial que permite saber que ese loro,
con maneras de adulto, con tamaño de adulto no es, sin embargo, un adulto. Incluso para aquellas
especies en que esa apariencia externa no es evidente, siguen ocurriendo cambios
internos importantes:
· Van
completándose las suturas craneales (calcificación)
· Se
inicia una primera renovación completa del plumaje de vuelo (demanda de
minerales, proteínas y lípidos entre otros)
· El
proventrículo y en general todo el aparato digestivo terminan su evolución. El
proceso digestivo se equipara al de los adultos.
· Continúa
el desarrollo de los órganos reproductores y van adquiriéndose los caracteres
secundarios en las especies que presentan dimorfismo sexual (Coloración del
pico, de la pluma, del céreo, del iris…)
Es hacia la mitad de esta etapa cuando el loro empieza a
relacionarse con otros juveniles formando parvadas diferentes de las de su
familia de origen, aunque en la mayoría de las especies, los parentales
acompañan de cerca al grupo y hasta se integran ocasionalmente en él. Comienzan
a dormir aparte de la familia, pero no completamente al margen de ella.
El periodo
juvenil comprende muchos meses, incluso más de un año en las especies más
longevas. Un guacamayo o una cacatúa de dos años se encuentran aún en esta
etapa a todos los efectos.
En las especies
que deben compartir hábitat con otros loros, como es el caso de las cacatúas,
de las especies americanas que acuden a las colpas en busca de arcillas, etc. es
éste el periodo en que inician su sociabilización
interespecífica, es decir, aprender el modo de relacionarse y
compartir espacios con animales de especies diferentes de la suya.
Todavía en
esta etapa continúan los procesos de desarrollo, no aparentes a simple vista.
Los órganos sexuales ya están en funcionamiento, aunque suelen tener una
actividad irregular. Algunos ejemplares precoces pueden comenzar conductas de
emparejamiento, pero tienen más de aprendizaje que de verdaderos cortejos. Algunas
hembras, sometidas a condiciones de alojamiento o alimentación forzados, pueden
incluso poner algún huevo, del mismo modo que alguna adolescente humana muy
precoz puede menstruar y hasta tener un hijo a muy corta edad, pero es una
excepción que solo indica una falta de sincronía entre los diversos procesos de
su maduración psicológica y física.
Pocos particulares sabrían ver cuales de estos tres
ejemplares se encuentran aún en este proceso y que, por tanto, aún necesitarán
una tutela para aprender a comportarse.
Como quizá sea
complicado imaginarlo, voy a permitirme mostrar unas ilustraciones que muestran hasta qué punto es distinto un jovencito que vuela y come
solo de un ejemplar adulto en plenitud:
El primer dibujo muestra el cráneo de un volantón a punto de iniciar su etapa
juvenil, con huesos diferenciados y apenas soldados entre sí. Tras un proceso
de calcificación, que en algunas especies dura más de un año, y que se indican
mediante las líneas y rallado en rojo del dibujo siguiente, el cráneo llega a tener un aspecto completamente diferente del inicial. Es un proceso tan evidente como marcan las señales de la imagen que sigue:
Es fácil entender la fragilidad,
la fácil deformación, los riesgos que una restricción de cuidado, de alimento
suficientemente nutritivo y de acomodo oportuno, pueden suponer en una parte tan
vital como la cabeza. Esto es así por algo, tiene que serlo, porque tanto el
cerebro que se aloja en el interior como los propios huesos tienen que seguir
creciendo; pero de modo análogo cabría
mostrar huesos largos como el fémur, el húmero, etc. Si el músculo y otras
estructuras ligadas a ellos tienen que crecer, si el propio hueso debe crecer,
no puede tratarse de una estructura rígida desde el primer instante, sino
adaptable y en evolución.
Cada año, vemos en nuestras
consultas ejemplares con huesos demasido curvados, con signos de descalcificación
y retardos en el desarrollo derivados de actuaciones tan comunes como forzar el
destete mediante la restricción de las tomas de papilla. Tampoco falta el caso
contrario, especímenes a los que la adición de suplementos inadecuados, el
exceso de aporte de vitaminas E y D en el menú o incluso a los propios padres
han provocado sobrecalcidficación en tejidos y suturas dando con ellos
problemas de capacidad craneal, de emplume, u otros múltiples daños. Los casos
extremos que todo profano puede apreciar son solo la punta de un enorme iceberg
que incluye picos en tijera, cubiertas de pico estriadas por déficit proteico,
huesos con disposición anormal…
Arriba:Húmero curvado, malposición
de dedos y de espalda en un pollo de Ara
de cuatro meses. Abajo, prácticamente todas las secuelas de una mala gestión en el cebado manual de un guacamayo
Solo al final del
desarrollo, cuando la osificación está completa, cuando las gónadas están
plenamente desarrolladas y el plumaje consolidado, es cuando el papagayo inicia
su vida adulta, plenamente independiente de sus padres y comienza la búsqueda
de una pareja. Eso no equivale a aislamiento, sino a un cambio en el modo de
relacionarse con el grupo.
Todo el proceso aquí descrito, le lleva al
loro un tiempo largo, muy superior al que la mayoría imagina. Un tiempo en el
que el ave está no solo creciendo y desarrollándose físicamente, sino también
en el aspecto psíquico y en su conducta social, en todos esos aspectos
conductuales no inmediatos al nacimiento, ya sea por ir ligados al desarrollo
fisiológico o por ser conducta aprendida.
Tanto los particulares como bastantes
profesionales de este mundillo desconocen o eligen ignorar que esto es así.
La mayoría de los loros que se venden hoy
en España y Europa son adquiridos en las etapa de neonatos o de volantones por
personas con poca o nula preparación al efecto y muchos de ellos, nunca reciben el cuidado
psicológico y las atenciones oportunas para completar sin secuelas su
desarrollo.
No bastan el cariño y la
buena intención para completar este proceso.
Podemos elegir no creerlo, pero esta es solo una pequeña muestra de la factura
que pagamos por nuestro exceso de prepotencia humana:
En las varias décadas de ejercicio que llevamos los
profesionales de Guarouba, tanto en grandes colecciones como con particulares,
hemos tenido ocasión de tratar con infinidad de ejemplares nacidos en
cautividad o capturados en edades muy tempranas. La inmensa mayoría de
problemas conductuales y de adaptación observados en estos ejemplares derivaban
del manejo ofrecido antes de su edad adulta.
Los casos
llamativos, los alarmantes para casi cualquier profano, son los caracterizados
en la imagen superior. Pero no son los únicos; a menudo, cuando un verdadero
especialista en conducta acude a revisar un ejemplar “problemático” por
cuestiones como las anteriores, se encuentra frente a frente con otros detalles
que le han pasado inadvertidos al cuidador habitual y que denotan el origen de
esos males con la misma claridad que una exhaustiva entrevista. Enumeraré y
ejemplificaré solo una parte:
CARENCIAS MOTORAS
- · No
juegan
- · No
se columpian o no se suspenden con seguridad
- · No
trepan
- · No
usan las patas para asir, guardando correctamente el equilibrio con solo una de
ellas (Unas especies tienen mayor disposición que otras, es cierto, pero no nos
referimos a eso)
- · No
coordinan el vuelo
- · Perchan
y se posan anormalmente
- · No
se yerguen por completo
- · Adoptan
posturas de reposo anormales para su edad
- · Se
desequilibran cuando dormitan o cuando se sobreexcitan
- · Evitan
dormir en perchas altas o duermen directamente en el suelo
- · Apoyan
anormalmente las patas, les falta fuerza en ellas
CARENCIAS FÍSICAS Y FISIOLÓGICAS
- · Falta
de agudeza visual. Mala visión
- · Problemas
óseos (Huesos largos deformados o mal calcificados, malposiciones, falta de
falanges o dedos completos, malposición de dedos…)
- · Desproporción
y falta de armonía corporal (Cabezas anormalmente grandes, patas cortas,
cuerpos pequeños…)
- · Pico
estriado y acanalado por déficit proteico en su desarrollo o anormalmente
quebradizo por mala calcificación
- · Picos
desviados de su eje (En tijera) por falta de dureza y excesiva presión lateral durante el cebado
- · Hipocalcemia
general
- · Tamaño
anormalmente pequeño o bajo peso
- · Hipercolesterolemia,
pancreatitis, lipidosis hepática
- · Plumaje
raído, partido o anormalmente ajado, bandas de estrés, mala pigmentación.
CONDUCTAS ANORMALES
(Estereotipias, automutilación, compulsiones, neurosis, etc.)
- · Morderse
o tocarse constantemente las patas o las uñas
- · Frotarse
contra los barrotes hasta el punto de dañar el pico o el plumaje
- · Bailoteos
continuos o amagos de salto en el posadero
- · Posturas
anormales o impropias de su edad cronológica
- · Escarbar
constantemente en rincones de la jaula, mover constantemente una pata simulando
escarbar mientras se agarran a los barrotes
- · Comedores
incontrolados
- · Herirse
las patas o levantarse las escamas y la piel de éstas
- · Constante
posición de solicitud o continuados amagos de regurgitar
- · Sobreacicalamiento
del plumaje, picaje
- · Repetición
de un sonido infantil de demanda
- · Cortejo
a personas o animales de especies diferentes de la suya
- · Rechazo
de otros congéneres
- · Terrores nocturnos
- · Engullir
objetos y trozos de juguetes
- · Hiperactividad/Pasividad
extrema
- · Dificultad
de adaptación a los cambios. Neofobia extrema.
- · Gritos
continuados
- · Otros
INTERACCIONES SOCIALES ANÓMALAS
- · Hiperdependencia
- · Hiperagresividad
- · Hiper-territorialidad
- · Propensión
a pellizcos repetidos
- · Dificultad
de concentración en una tarea
- · Excitabilidad/Pasividad
- · Incapacidad
de aceptar a otros congéneres, de emparejarse, de atender a los polluelos
- · Estancamiento,
retraso o incapacidad para las habilidades sociales. Conducta “autista”.
- Impronta con especies distintas de la suya.Carencia de identidad específica.
Si comparamos las imágenes
de este espécimen criado y alojado en cautividad con dos de ejemplares de edad
equivalente, esta vez en plena naturaleza, resultan evidentes tanto el
desarrollo de su equilibrio como la calidad del plumaje.
Un pollo de loro, a diferencia de lo que muchos
particulares creen, no puede permitirse salir del nido con el plumaje precario.
Eso supondría su muerte. Por el contrario, las plumas deben tener una excelente
estructura, disponerle condiciones de aislamiento, de flotabilidad, de
protección máximas, que nada tienen que ver con lo que a menudo encontramos en
el mercado con el pretexto de que son jóvenes.
Un pollito puede mancharse más, acicalarse peor, pero esos daños
permanentes, esos defectos, denotan mal cuidado, mala nutrición, problemas de
salud, destetes forzados o cualquier otro indicio de que la crianza no se
desarrolló como debería. Lo tremendamente lamentable de esto es que con
frecuencia se podría haber evitado.
Es verdad que
la crianza artificial implica alteraciones en el proceso de evolución de los
pollos de loro, sea cual sea la técnica usada, pero también es verdad que si
hacemos una pequeña comparativa de los ítems más simples, saltan a la vista
numerosos detalles que no sería imprescindible alterar.
Si aún parece difícil de
entender a que me estoy refiriendo, volvamos a las imágenes:
Poco o nada que ver con el
habitual acomodo de nuestros papilleros en el hogar, sometidos no
exclusivamente a los quizá
inevitables cambios desde el nido al
contenedor o en el modo de cebado, sino a
muchos otros factores no solo no necesarios, sino muy inoportunos.
Buscamos la funcionalidad,
la comodidad de manejo, pero lo llevamos a extremos no imprescindibles. Cosas
tan sencillas como elegir un contenedor más alto, un fondo más mullido, un
lugar menos expuesto, una iluminación
menos intensa o de otro color, etc. están o deben estar al alcance de
cualquiera que planea cebar un bebé loro en lugar de sus padres. Algunos criadores más
concienciados lo hacen y las diferencias de resultado son palpables desde las
primeras semanas, tanto en la conducta como en el desarrollo.
Es por ejemplo
frecuente que se nos relate en numerosos artículos como los pollos dejados a sus padres tienen
curvas de crecimiento distintas y a menudo alcanzan mayor tamaño. ¿No cabe
pensar que la acción de la luz sobre la glándula pituitaria tenga algo que ver,
como lo tiene en otros seres vivos? ¿No cabe pensar que los periodos de sueño y
los ritmos biológicos alterados puedan ser responsables de estas diferencias
como sabemos que lo son para otros seres vivos incluídos los humanos? Yo
entiendo que si.
Por cuanto se
refiere al desarrollo psiquico, no podemos ignorar tampoco serias diferencias:
El aprendizaje de
relaciones sociales, de reglas de grupo, de modos de interacción con los
congeneres se produce desde el momento de asomar al exterior del nido, pero
durante periodos tan largos como la propia fase de vida en el nido y a menudo
dos y tres veces superiores a esta, los jóvenes loros van a disponer de la
tutela de sus mayores.
El color, los
movimientos, las vocalizaciones indican al resto del grupo que es un aprendiz,
pero eso no excluye que se le indiquen límites y modos de conducta.
Un loro joven aprende de sus congéneres que no debe usar
el pico con violencia, que no debe quitarle comida a un compañero, que tiene
que aguardar turno para ciertas acciones, que debe estar atento a los gestos y
al lenguaje corporal de sus compañeros y pedir permiso para acercarse o tocar.
Aprende a definir su espacio propio y a respetar el espacio común… Todas esas
cuestiones que de forma IMPRESCINDIBLE alguien debería guiar también cuando el
loro es separado de sus congéneres y debe madurar en un entorno humano.
Por el
contrario, innumerables loros jóvenes son dejados a su suerte desde el punto de
vista de la sociabilización, se confunde dicho proceso con hacer dócil y manso
al polluelo, sin atender a las restantes habilidades sociales.
Durante muchos años, he tenido ocasión tanto de criar a
papilla ejemplares de muy distintas especies, entre ellas loros, con medios no siempre óptimos,
como de tratar problemas conductuales de otros ejemplares, singularmente en los
últimos quince años, en que mi dedicación se ha orientado más al área de los
loros mascota. Invariblemente he tenido mejores resultados a largo plazo cuando
he procurado imitar a la naturaleza y guiarme por sus pautas. Incluso cuando
hablamos de especímenes manipulados, de ejemplares que desarrollaran la
práctica totalidad de sus vidas en un entorno artificial, los efectos de haber
ignorado o eludido los condicionantes naturales han conducido a algún problema,
así pues, mi conclusión y la que intento transmitir es clarísima: No podemos
mejorar a la Madre Naturaleza, pero si inspirarnos en ella para acercarnos a
nuestros objetivos. Doy fe de que se puede y de que vale la pena.
“Dedicado a todos los papagayos con o sin
nombre propio que me enseñaron lo que hoy sé y me muestran a diario cuanto me
falta por saber”.
Las
imágenes de aves en libertad son propiedad de Jose Antonio Díaz Luque a quien
agradezco su cesión para este trabajo.
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autorización del equipo de Guarouba consultores.